18 abr 2013

DEJADNOS VIVIR

 JUEVES, 18 DE ABRIL 
 
Las fotos de las monjas en manifestaciones contra el derecho al aborto me interesan sobremanera.
Aunque no se me note nada :-) yo "viví a las monjas" durante cinco años. 
Llegué con nueve años y lo primero que me enseñaron fue a temerlas. Son personajes singulares, las monjas. 
Mientras "las viví" me despertaron una mezcla de tirria con sindrome de Estocolmo muy rara. 
Eramos sólo niñas, profesoras y monjas: un mundo completamente femenino pero curiosamente "castrado".
Después de aquello, con catorce años y en un instituto de Bachillerato mixto me sentí durante un tiempo como un jabato en medio de la dehesa rodeada de jabalíes y cerdos ibéricos que gruñen. :-)))))) Y aprendí a amar la libertad de pensamiento casi tanto como a mí misma.

Cuando veo a una monja siento muy cerca, casi huelo, aquel Guantánamo escolar que nos alejó de la realidad y nos abrió la ventana a ese mundo de cerebros vaciados.
Los argumentos me los conozco al dedillo porque ya se ocuparon ellas de "metérnoslos en vena". No son nada nuevos sus gestos, las "frases" que gritan y las pancartas que agitan en nombre de la vida. Todo tiene un regusto muy complicado de especificar. 
Si hay una palabra para describir el ambiente que generan a su alrededor es intriga: son intrigantes, les gusta intrigar. Siempre me ha maravillado lo gigantesca que debe de ser una maquinaria eclesiástica que todavía las alecciona a seguir intrigando, aún con sus cerebros vaciados, para conseguir que las mujeres no piensen que lo que en realidad se espera de ellas, es que no dejen de parir más súbditos.

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